Meditación Raja Yoga

¿Qué es la meditación Raja Yoga?

La meditación es el viaje hacia el interior, un viaje de autodescubrimiento o, de hecho, redescubrimiento. La meditación es un tiempo dedicado a la reflexión tranquila y al silencio, lejos del ajetreo y el bullicio de la vida diaria. Tomarse un tiempo permite volver a un lugar centrado en el ser. En el mundo moderno, el ritmo de vida es cada vez más rápido y se pierde el contacto con la verdadera paz y poder interior lo que conduce a enfermedades y dolencias, que desequilibran la salud mental, emocional y física.

La meditación Raja Yoga es una forma de meditación accesible a personas de todos los orígenes. Es una meditación sin rituales ni mantras y se puede practicar en cualquier lugar y en cualquier momento. La meditación Raja Yoga se practica con “ojos abiertos”, lo que hace que este método de meditación sea versátil, simple y fácil de practicar. La conciencia espiritual da el poder de elegir pensamientos buenos y positivos sobre aquellos que son negativos e inútiles. Se responde a las situaciones, en lugar de simplemente reaccionar a ellas. Se comienza a vivir en armonía, creando relaciones mejores y más felices, más saludables que cambian la vida de manera más positiva.

La meditación es una forma de enseñarle a la mente a pensar lo correcto. Es un viaje hacia adentro de uno mismo para experimentar la tranquilidad del alma. La meditación cultiva la fuerza interior a través de la cual sucede la verdadera transformación. Para ello, se crean pensamientos focalizados en un propósito. Es una práctica que permite aquietar la mente en cualquier momento y de esa forma nutrir y fortalecer la paz interior, la quietud y el silencio.  

Enseñanzas principales

El raja yoga es el conocimiento del alma y el Alma Suprema, de la ley del karma, del ciclo y el árbol de la humanidad. Lo que enseña es una filosofía de vida que, a través de la aplicación de métodos que conducen a la paz como herencia de las almas, permite que la espiritualidad sea una experiencia práctica en la vida personal. No tiene escritura, porque son enseñanzas divinas orales para la creación de una humanidad pacífica, elevada y pura.

El alma

El cuerpo de conocimientos que conforma el raja yoga y le da sentido a su práctica consiste principalmente en concebir la naturaleza del ser como divina y espiritual. La identidad del ser es el alma. Cuerpo y alma no son cosas idénticas, sino que ésta se encarna en el cuerpo y se expresa a través de él.

El alma es considerada como un punto de energía eterna, luminosa y consciente de su propia existencia. Cuando el alma se encarna en un cuerpo, se asienta en lo que se conoce como tercer ojo. Al ser eterna significa que no es creada y nunca se destruye; pero está sometida al ciclo de nacimiento, vida, muerte y renacimiento.

Dios o el Alma Suprema

Se entiende que hay tres realidades eternas: Dios, las almas y la materia o naturaleza. Las dos últimas presentan oscilaciones, entre un estado de pureza y un estado de corrupción y debilidad, de un estado de orden a un estado de caos, como lo muestra la historia del ciclo. Dios es considerado también un alma que posee atributos o cualidades naturales, pero dado que nunca participa en el ciclo de nacimiento y muerte, sus cualidades originales no se desgastan ni pierden brillo como el resto de las almas. Dios permanece en el mundo de las almas, por lo tanto, a diferencia de la materia y las almas, no sufre oscilaciones, sino que se mantiene inmutable y constante. En tanto que alma, es también un punto de luz de energía consciente, y a su vez, no tiene género. Dios es considerado la fuente de todas las virtudes y poderes.

Los tres mundos

Existen tres regiones o mundos (dimensiones de la conciencia): el mundo de las almas, el mundo físico y la región sutil. El mundo de las almas es una región pura en la que solamente existe el silencio, la paz y la quietud. Se considera que es el hogar supremo de todas las almas. Las almas allí no tienen cuerpo, se mantienen como puntos de luz en estado de latencia hasta que encarnen en cuerpos físicos. Desde este mundo las almas se dirigen al mundo físico, que es la región caracterizada por la existencia de materia, tiempo, espacio y sonido. La región sutil se encuentra entre el mundo inmaterial y el físico.

A partir del conocimiento de estos tres mundos se puede entender el conocimiento del ciclo, que opera sobre dos niveles: el ciclo de la humanidad y el del alma individual. No obstante, ambos niveles están mutuamente relacionados.

El mundo físico pasa por un ciclo, al cual entra el alma al descender al universo físico. El ciclo es eterno y está dividido en cuatro estaciones. En el alma, estas cuatro estaciones significan que el estado de la conciencia es pleno, pero se desgasta, se vacía y vuelve a florecer. En ese ciclo la familia humana determina una historia, la historia de la humanidad.

El ciclo de la humanidad

El ciclo comienza cuando las almas vienen al mundo físico. Este primer momento es el paraíso, el principio de la humanidad. Las almas vienen del mundo de las almas en un estado de pureza total. Encarnan en un cuerpo, interactúan con él, y con la naturaleza. Es un estado de plenitud, es decir de perfección. Perfección en la materia significa equilibrio, en el alma significa, entendimiento total. El alma es consciente de que es diferente del cuerpo. El paraíso es un tiempo donde la humanidad está en equilibrio, armonía y  felicidad. El alma es pura. Esta primera etapa de perfección es considerada la primavera de la humanidad, el estado original, o también la edad de oro.

En el mundo físico el transcurrir del tiempo genera el desgaste del alma y la materia. Las almas comienzan a actuar y dejan atrás la fuente de poder que es Dios. Debido al desgaste las almas y la naturaleza pierden su brillo y se pasa a la siguiente etapa, la edad de plata o el verano. El alma va perdiendo su pureza, brillo y entendimiento. La primavera y el verano juntos constituyen lo que se denomina el día de la humanidad.

Desde que llegan las almas al mundo físico, pasan de un cuerpo a otro, perdiendo su fuerza original. Esta pérdida es gradual hasta que el alma ya no comprende que ella misma es un alma, pasando a la edad de cobre. En esta etapa se produce el nacimiento de la conciencia del cuerpo con la cual emergen vicios como el ego, la ira, el apego, la codicia y la lujuria.

En esta etapa, llamada edad del cobre, el alma pierde su poder, comienza a vivir una ilusión a través de la cual se desgasta más aún. La pérdida del entendimiento impulsa al alma a la búsqueda. En la edad del cobre se produce el nacimiento de las religiones, el judaísmo, el cristianismo, el budismo y el islam. Dado que es una época donde la humanidad necesita respuestas, llegaron los padres fundadores de estas religiones para explicar quién es el padre y explicar códigos de conducta que permiten relacionarse a la humanidad acorde a principios. Por lo tanto, esta edad no es absolutamente negativa: es un periodo de búsqueda, ya que el alma cree en Dios, el Padre, pero ha perdido la conexión con él.

Se inicia la cuarta etapa, llamada invierno o la edad de hierro. Aquí el alma es cada vez más débil. Es un periodo sin virtud, por lo tanto, de corrupción, de ignorancia, donde las relaciones humanas son un caos y la familia humana experimenta una decadencia al igual que la naturaleza. Dado que la humanidad controla la materia y aquella ha perdido la virtud, la naturaleza experimenta un estado de caos, un desequilibrio de los elementos.

El otoño y el invierno juntos conforman la noche de la humanidad. El ciclo visto en su conjunto, representado en cuatro metales, indica cómo se pasa del metal más puro, el oro, al metal menos puro, el hierro, a través de la plata y el cobre. Es un proceso degenerativo de los metales, en donde ellos se corrompen. Las almas experimentan individualmente cada una de esas cuatro etapas. Encarnan en un cuerpo hasta que el paso del tiempo hace que ese cuerpo se muera. Como las almas nunca mueren, pasan a otro cuerpo para continuar con su experiencia humana. Pero a lo largo de este ciclo de sucesivas reencarnaciones, el alma pierde la conexión con el Alma suprema, perdiendo sus cualidades naturales e identificándose con el cuerpo.

Las nuevas almas que vienen al mundo, llegan experimentado su edad de oro, están llenas de poder ya que acaban de bajar del Nirvana o el mundo de las almas. Pero dado que llegan en la edad de hierro, pasan por las cuatro etapas más rápidamente.

El final de la edad de hierro es visto como una época de transición. Esta transición corresponde a la época actual en la que vivimos. Es la edad de confluencia, las almas siguen buscando reencontrarse con la Fuente, el alma busca la luz. El encuentro es la confluencia del hijo con el padre, de lo viejo con lo nuevo, del principio y el final.

El ciclo termina cuando las almas vuelven todas a su hogar de la mano de Dios. Aquí el mundo es visto como un teatro donde la vida fue solo una obra o representación. Al final de la obra el escenario está destruido. Quiere decir que en este período la naturaleza se expresa en calamidades que es su máxima debilidad y la humanidad hace lo suyo en guerras. No hay “final”, ya que el ciclo es eterno, termina uno y comienza otro. Se habla de transición, en donde hay destrucción, pero no aniquilación. Esta última implicaría la muerte de todo, por eso al hablar de transformación se ve en ella un cambio de forma, cambio de caos a equilibrio. Cuando se produce esta última destrucción; las almas humanas ya deben estar en su hogar junto a la fuente máxima de poder.

Dios no hace justicia, no condenaría a ninguno de sus hijos porque entiende que las almas están confundidas. Él sabe que ellas piensan que son únicamente cuerpos. El sufrimiento se produce porque generamos deudas con la materia y las personas. Para obtener dicha hay que transformar la personalidad que produce deudas, que está formado por hábitos impuros. Dado que se ha actuado durante mucho tiempo bajo la conciencia del cuerpo se han acumulado muchas deudas kármicas. Para saldarlas se necesita la ayuda de Dios, ya que es la fuente de pureza, él tiene que llenar de pureza las almas. El camino de la sabiduría enseña a generar acciones puras, cambiar hábitos, y de esta forma hacer emerger la personalidad divina que está basada en virtudes, que es la fuerza que el alma recibe de Dios. Con esa fuerza el alma no genera tristeza porque hace acciones puras.

El árbol de las religiones

Brahma Kumaris es una institución espiritual educativa no afiliada a ninguna religión o sistema de creencia tradicional.

Este conocimiento implica considerar a la familia humana como un árbol, donde Dios es la Semilla y cada rama es una de las religiones tradicionales. A su vez, cada una de las ramas presenta sus respectivas ramificaciones que corresponden a los diferentes cultos, sectas, etc. El tronco del árbol representa el tiempo de oro y plata, que es el tiempo donde hay una sola religión o “dharma” de seres divinos o deidades. En este tiempo la religión del mundo es la paz. Cuando termina el día de la humanidad, es el momento en el que surgen las ramas principales. Este período correspondiente a la edad del cobre marca el surgimiento del Judaísmo, el cristianismo, el budismo y el islam.

El final de todo el ciclo se representa con el fin del crecimiento del árbol, este período coincide con el tiempo de máxima desdicha de la humanidad. Esto corresponde a la edad de la confluencia, es el final del árbol, pero a la vez es la semilla que cae y vuelve a germinar. Brahma Kumaris es la raíz de un nuevo árbol, así el raja yoga no deriva del hinduismo, sino que surge cuando Dios habla a través de Brahma, y así se crean los cimientos de una nueva civilización, las raíces de un nuevo árbol.

Prácticas espirituales

Los cursos que propone la institución se llevan a cabo en cada uno de los centros y  las actividades de la universidad se vuelcan tanto hacia el individuo como hacia la comunidad. En cuanto al individuo, la práctica o actividad central de la institución es la meditación raja yoga. Raja significa rey o soberano, y yug, unión o vínculo. Por lo tanto, este tipo de meditación implica yoga para la auto soberanía, yoga que propone que la persona sea dueña de sí misma. La auto soberanía se logra estableciendo un vínculo con Dios y con la verdadera naturaleza del ser, es decir con uno mismo, con el alma. Sirve para que esta se vuelva consciente de sí misma y pueda recordar su forma original y su relación con Dios. Este vínculo se realiza a través del pensamiento, considerado el poder más grande que existe en el universo. Es un haz de luz, una vibración, una onda consciente que atraviesa el espacio y atraviesa la materia. A su vez, el vínculo implica el recuerdo de la naturaleza del ser como alma y de la pertenencia a Dios. Del cuerpo de conocimientos se desprende que lo que interfiere la conexión con Dios es solo un pensamiento: “Yo soy el cuerpo”

Para practicar la meditación los alumnos no requieren de la aceptación de todo el conjunto de creencias ni que realicen todas las prácticas que conforman el raja yoga. Las personas pueden tomar aquellos aspectos que les sean más útiles para su vida práctica.

No obstante, aquellos alumnos que se encuentran en un estado avanzado realizan disciplinas diarias. La rutina de un raja yogui, es decir, un alumno regular de la universidad, empieza a las cuatro de la mañana con una meditación de una hora, que realiza en su hogar. Es una meditación silenciosa, que consiste en crear un diálogo, una conversación con Dios. Es el momento en que el alma se purifica y se llena de poder, un trabajo íntimo del alma.

Otra práctica fundamental es el servicio a la comunidad. De ahí que la universidad realice proyectos y actividades de alcance local, nacional y mundial, actuando conjuntamente con organizaciones diversas, además de las Naciones Unidas. Entre las más relevantes de estas actividades se encuentran las conferencias anuales para la paz, en la sede mundial en la India; las campañas mundiales “Un millón de minutos por la paz”, “Cooperación global para un mundo mejor” “compartir valores para un mundo mejor” y trabajo conjunto con educadores de todo el mundo con el apoyo de la Unesco y promovido por Unicef “Valores para vivir: un programa educativo”

También sus actividades se realizan en todo tipo de organizaciones de la comunidad: escuelas, hospitales, cárceles, ONGs, organizaciones del gobierno, en el mundo corporativo, etcétera.

Vida cotidiana

Los alumnos que asisten a la universidad no requieren aceptar los preceptos para la vida cotidiana que se desprenden del raja yoga para tomar los cursos, o realizar la meditación. No obstante, para un raja yogui la meditación implica que la alimentación se base en el principio de no violencia, para que el alma pueda recuperar la paz no debe participar de ningún tipo de violencia. Esto implica el vegetarianismo. Pero, además, el raja yoga promueve el principio fundamental de pureza, que en la alimentación es más que vegetarianismo e incluye también ingerir los alimentos cuando se esté en estado de meditación. Del principio de pureza se desprende también el celibato.

El raja yoga promueve la vida en familia porque entiende a la humanidad como una familia global, y porque se lo considera un camino para vivir en familia.

El 90 por ciento de los alumnos de Brahma Kumaris son personas que viven en familia.

Como se adelantó anteriormente, la práctica fundamental del raja yogui es el servicio puesto que se consideran instrumentos para el mundo, instrumentos de Dios, como lo fue Brahma Baba.