Cómo desarrollar la intuición

Cómo desarrollar la intuición

Por Valeriane Bernard

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“…El destino es parte de la realidad y aunque no se puede accesar vía Internet, es una realidad fija con la que me puedo sintonizar porque existe.
Esta certeza hace posible la percepción, mientras que, pensarlo como algo que tal vez existe o que solo algunos pueden entenderlo, hace que la percepción de aquello sea imposible”.

Todo está inscrito en nuestros seres, en nuestro espíritu, es decir, en la semilla espiritual que somos, esta realidad existe dentro de nosotros y lo que es eterno en mí no es mi cuerpo, es el ser, y el destino eterno esta inscrito en el ser eterno….

Si hay silencio adentro habrá la capacidad de percibir, si hay muchos deseos, mucho miedo, mucha angustia, ya no hay lugar para percibir. Para esto también tengo que aprender a retraerme de la realidad física.

Es muy importante entender en donde enfoco mi atención. es fundamental que esté muy atento, porque si me dejo atraer por el efecto de una persona o una situación que me es desagradable, voy a sentir y pensar cosas negativas y mi mente siendo ocupada en ello. Mi objetivo de desarrollar la intuición y percibir la realidad sutil estará muy lejos.

¿Qué es la intuición?

Algunas personas asocian la intuición con la definición del sexto sentido, como la capacidad para presentir algún acontecimiento o la posibilidad de adivinar algún suceso.

La capacidad de intuir, de ser intuitivo, es una capacidad que todas las personas tenemos, aunque, en general, existe en nosotros como un potencial, es decir, podemos desarrollarla y ejercitarla.

La intuición no es racional. De hecho para nosotros, seres humanos, es una interrogante, ¿Cómo la entiendo, cómo la puedo desarrollar, de dónde viene, tiene alguna utilidad…?

Nosotros intuimos cosas que van a suceder, cosas acerca de otras personas o sobre nosotros mismos e incluso sobre el futuro.

El destino es un concepto espiritual que existe en casi todas las religiones o espiritualidades y se define como algo que ya existe, que está predeterminado, como el plan perfecto de Dios, El que no se equivoca.

La intuición es también la capacidad de conectarnos con el destino, el cual está en un proceso de constante movimiento. Se acostumbra hablar del ciclo del destino como una forma metafórica de referirse a él.

El destino es una realidad que existe, en la cual está escrito lo que ha sucedido, lo que sucederá y lo que actualmente acontece, desde lo que nos parece más pequeño, hasta lo más grande y trascendental.

De esta forma el destino es parte de la realidad, aunque no es algo a lo que puedo tener acceso vía Internet o llamando a un número telefónico. Es una realidad con la que me puedo sintonizar porque existe y ésta certeza hace más fácil la conexión que tratar de hacerlo pensando que es algo que puede ser, que tal vez existe o que sólo algunos pueden percibirla.

¿Dónde está inscrito el destino?

El destino se encuentra en cada uno de nosotros, se le conoce también como predeterminación, es decir, en mí existe la semilla de este árbol que existirá mañana. Por ejemplo, ya sabemos que en mí está sembrada la semilla de cómo seré dentro de 20 años, de cómo cambiaré y de todo el proceso que este cambio implica.

Todo está inscrito en nuestras almas, en nuestro espíritu, es decir, en la semilla. Esta realidad existe dentro de nosotros, pues lo que es eterno no es mi cuerpo, es el ser, esta conciencia es el alma.

Entonces, mientras más tomo conciencia de ésto, me hago más capaz de percibir esta realidad y, en consecuencia, mi intuición irá en aumento, porque lo que deseo conocer ya está escrito, sólo que yo tengo que aprender a percibirlo.

Se puede saber cuándo una persona está enferma, está feliz o cuando tiene miedo, etc., porque está escrito, está escrito en su cara, en su forma de actuar, en lo que hace y en cómo piensa, solo que estamos tan ocupados con nosotros mismos que no lo podemos percibir, no estamos disponibles para este conocimiento.

Uno de los grandes componentes del poder de la intuición es el estar disponibles, el estar conectados con esta realidad.

Cuando empezamos a querer intuir sobre la gente o acerca de las cosas, tenemos que aprender a no sentirnos amenazados por ellas, porque la realidad que me está rodeando es como es.

Por ejemplo, pensamos que la idea de la muerte es muy fuerte, entonces si yo no reconozco y acepto que todos, incluyéndome a mí, vamos a morir, yo no voy a querer ver mi muerte, no voy a percibir acontecimientos relacionados con este tema.

Si se logra comprender que hay una parte del ser que es la verdadera conciencia, que es eterna y extremadamente pura se ve la muerte como el final de un estuche, es decir, como algo que no afecta la esencia ni la verdadera realidad eterna del ser.

Mientras más rechazamos las cosas, menos las entendemos, mientras más deseos tenemos, más egoístas nos volvemos, mientras más me concentro en una sola cosa, menos estoy disponible para el resto.

Lo anterior es muy importante de entender, ya que intuir es saber lo que pasa y para ésto hay que estar dispuesto a ver, es decir, el conocimiento está, sólo que yo con mi mente estoy acostumbrado a que las cosas pasan, estoy obnubilado por una u otra cosa.

Por eso, es muy importante saber que para intuir es necesario estar en silencio y crear silencio, no sólo acallar el ruido exterior sino crear silencio dentro de nosotros, volvernos disponibles para intuir.

Si hay silencio adentro habrá la capacidad de percibir. Si hay muchos deseos, mucho miedo, mucha angustia, ya no hay lugar para percibir. Para esto también se tiene que aprender a retraerse de la realidad física.

Otro elemento importante es saber si estoy interesado en esta intuición espiritual o no, más beneficiosa que egoísta, en donde lo que voy a percibir corresponde a un plano sutil y espiritual, no sólo a cosas como cuál es el número premiado de la lotería o cuál es el destino de una estrella de cine.

La realidad espiritual es una realidad que es como el cielo arriba de mi cabeza, para percibirla tengo que tener la capacidad de confiar en ello, es decir, de reconocer que existe y creer que existe.

Si yo no tengo esa experiencia, no puedo intuir, ya que esta realidad es muy sutil, no es como abrir los ojos y ver, debo abrir el ojo del alma, lo cual reclama muchísimo esfuerzo.

Si yo tengo pensamientos de preocupación, de miedo, de sufrimiento, mi mente, que es como un recipiente, se mantendrá llena y no podrá entender otra realidad. Para intuir el destino que habita en el silencio, no basta solamente desear o querer intuir, hay que esforzarse para crear este espacio donde puedo intuir.

Es muy importante ser honestos con nosotros mismos, ya que la espiritualidad no es algo que podemos engañar. Yo puedo engañar a una persona o a dos o a mil, pero a Dios yo no lo voy a engañar nunca. Por eso, mientras más honesto sea, más voy a poder percibir esta realidad.

Si hay honestidad, voy a vivir realmente de acuerdo con ésta verdad que yo quiero alcanzar, que quiero entender.

La honestidad significa que soy consecuente con lo que yo digo que quiero, con los verdaderos deseos de mi ser, significa ser consecuente a la hora de hablar, a la hora de pensar, a la hora de mirar, a la hora de llevar a cabo cualquier acción, ya que cada cosa que yo haga que no está en el camino de mi propio desarrollo, va en contra de él, me hace retroceder, me hace perder tiempo.

Si yo no reconozco qué es lo que quiero y en qué medida lo quiero, no lo voy a alcanzar o voy a estar haciendo esfuerzos erróneos. En la medida en que yo doy, así voy a recibir, de ahí la importancia de ver cuánto deseamos lo que pensamos que queremos.

Dios es totalmente capaz de percibir todo, porque Él es lo contrario del egoísmo, Él siempre quiere dar todo, es totalmente generoso.

Hay que tener un corazón limpio, es decir, tener solo buenos deseos para todo el mundo, ser totalmente generoso, amoroso. Ser así es algo que nadie va a poder meter en mi cabeza, es un espacio muy íntimo y sólo yo puedo tener injerencia sobre él, solo yo puedo observar a mi corazón y ver cuán honesto soy yo a la hora de hacer esta observación.

Cada vez que me siento insatisfecho, enojado, triste, ya no tengo un corazón limpio. Esto es una forma efectiva de verificar cuán limpio está mi corazón. Cuanto más reconozco mi propia limpieza, yo puedo caminar más fácilmente hacia ella.

Es necesario entender que es el mismo intelecto, el mismo ojo el que va a ver todas las cosas que pasan, por lo que tengo que aprender también a cuidar de mi intelecto, a cuidar de mi ojo, porque tenemos que comprender que el intelecto es una de las cosas más vivas que hay en nosotros.

El intelecto es más vivo que mi mano, si ella se ensucia yo la lavo y queda limpia, si yo toco basura con mi mente hay un efecto más duradero que la suciedad que tocó mi mano, es como cuando, de repente, sin querer, nos enojamos por algo y entonces empezamos a pensar cosas feas y a sentir cosas feas. En ese momento, no podemos intuir nada, ya que cuando la mente se deja tocar por lo malo, es incapaz de intuir.

Es muy importante entender que debo estar muy atento hacia donde enfoco mi atención, porque si me dejo atraer por el efecto de una persona o una situación que me es desagradable, voy a sentir y pensar cosas negativas y así mi objetivo de desarrollar la intuición estará muy lejos.

Es muy importante aprender a cuidarnos, porque nos dejamos influir por las cosas muy fácilmente, sin pensar, ya que así lo hemos aprendido. Es necesario cuidar nuestra mente, nuestro intelecto, nuestros sentimientos, no tomar lo que hay sino escoger lo que quiero.

No es que sea malo ver lo negativo, pero no hay que dejarse influir por ello. Nos cuesta mucho mirar las cosas, porque lo que hacemos es mirar las situaciones negativas y dejarnos influenciar, más que mirarlas pensando en que hay que solucionarlas.

Es muy fácil dejarnos influenciar y nos cuesta mucho no hacerlo. Sin embargo, debo estar atento acerca de cuál es mi actitud, cuál es mi mirada para las personas y las situaciones y comprobar que, si cambio mi actitud, los demás también van a cambiar.

¿Cómo puedo relacionarme con otras personas?

Puedo relacionarme con otras personas con respeto. Si miro a una persona con respeto, ésta persona se abrirá, aunque ni siquiera se fije que uno la mira, pero la actitud de respeto es lo que permite que haya apertura, mientras que el irrespeto hace que nos cerremos totalmente no sólo con otros, sino también al interior de nosotros mismos.

Cuando desarrollamos nuestro propio poder de intuición, tenemos que ver todas nuestras actitudes, cómo miramos y cómo respondemos a las diferentes situaciones.

Cuando pensamos en Dios, para Él no se aplica la palabra intuición, porque Él lo sabe todo, es un ser incorporal. Sin embargo Él y yo podemos comunicarnos, yo puedo percibirlo, intuir su percepción de la realidad.

Sin embargo, percibir a Dios, y especialmente si se trata del destino, implica una humildad muy, muy, muy grande, donde la conciencia de que soy su hijo y de que no soy un ser físico es de vital importancia.

La intuición es un poder que todos poseemos en forma potencial y es necesario que busquemos la verdadera motivación interna para no hacer esfuerzos erróneos en el proceso de nuestro desarrollo y participar de esta realidad de manera que obtengamos beneficio para no hacer esfuerzos erróneos en el proceso de nuestro desarrollo y participar de esta realidad de manera que obtengamos beneficio para nosotros mismos y el mundo entero.

 

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