Aprender a manejar las emociones

¿Cómo conocer y manejar el mundo de nuestras emociones?

La base para poder manejar las dificultades y las crisis es reconocer el funcionamiento interior y comprender cómo es que hemos aprendido a reaccionar y  vivir emocionalmente ya que el mundo de nuestras emociones ha sido un mundo bastante conflictivo.

La emoción es algo natural y los sentimientos más positivos que pueden haber son: la alegría, el amor y la paz; los cuales generan un bienestar emocional. La tranquilidad de la paz emerge del alma, del yo interior. Los sentimientos salen de lo profundo de nuestro ser, de nuestra alma, de nuestro corazón, de nuestra mente, de nuestro interior. Luego se convierten en un estado emocional.

Las emociones a menudo son reacciones ante la realidad. Sin embargo, el problema que tenemos con nuestras emociones es que a veces no son muy positivas.

 

¿De dónde vienen las emociones que no son positivas?

Cuando uno siente emociones positivas uno está satisfecho, ya no busca otra cosa, mientras que cuando uno siente emociones negativas uno quiere sentir otra cosa. Esta es la prueba interna de que una es natural y la otra no. ¿Es natural tener sed y tomar algo para saciarla? Sí, y ya una vez que uno está satisfecho es natural dejar de tomar.

Hay cosas que son efímeras y hay cosas que son eternas. Los sentimientos más naturales son los más sanos y son positivos, por eso todos los buscamos. Las emociones negativas son las más desagradables y son las que menos buscamos.

Lo que es negativo ha sido adquirido a lo largo de las experiencias de vida. Lo que es positivo es parte de nuestra realidad espiritual, es innato. Eso implica que se tiene la capacidad de crear ambos tipos de emociones, entendiendo que lo negativo es dañino o enfermizo y lo positivo es saludable y beneficioso para el ser. Para ir hacia lo positivo hay que ocupar al ser en crear voluntariamente los pensamientos, y los sentimientos que uno quiere; es decir, estar ocupado en tener pensamientos positivos y no tener pensamientos negativos. Es una cosa o la otra.

Nos hemos acostumbrado a fluctuar y entrar en la emoción del conflicto: la falta de…, la ausencia de…, el deseo de… Por lo tanto, hay que entender el mundo interior, ver cómo es, para poder manejarlo.

No somos víctimas de nuestro mundo emocional. Muy a menudo decimos: “hoy estoy de mal humor, ¡qué fatal!” Nos proyectamos como víctimas de un mundo interior que de hecho estamos creando nosotros mismos. Por ello es esencial fijarnos que a cada instante, a cada segundo, estamos creando pensamientos y que cada pensamiento trae su consecuencia emocional. Obsérvense un minuto.

Cuando hay vida hay pensamientos y cuando hay pensamientos hay emociones. Por ejemplo si pienso: “¡Ay, qué problema!, tengo sed, y como estaré aquí durante una hora y media, no podré tomar nada!” Es probable que luego de este pensamiento venga la desesperación. O si pienso: “esta persona hoy me faltó el respeto, ¡qué injusticia!” Es esperable que se me despierte la ira internamente. O si estoy pensando en una persona con quien estoy teniendo conflictos, probablemente me vendrá una y otra vez a la mente la frase “ella no debería de haber dicho esto”, y luego sienta frustración.

Cada pensamiento que se tiene trae una atmósfera: la atmósfera de nuestro estado interior. Este estado interior es producido por una mezcla de muchísimas emociones, pensamientos, deseos. A menudo, se nos olvida totalmente ver que somos nosotros mismos quienes creamos ese mundo interior. Llega la noche y no podemos dormir, entonces tomamos pastillas. O llega el día en que ya no sabemos cómo hacer porque tenemos conflictos que nos están presionando dentro de nuestra cabeza y no los podemos manejar, o sentimos opresión en nuestro corazón por una acumulación de sentimientos e ideas que nosotros mismos hemos creado.

Al observar el estado interno del ser, es decir, fijar nuestra atención en esta realidad que nosotros mismos hemos creado, dejaremos de hacer como si no existiera.

Por aprendizaje, por socialización, por el estado en que se encuentra el mundo de hoy, todos hemos aprendido a crear emociones que no son positivas, a sentirlas y a no saber qué hacer con ellas. De hecho, muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que son negativas, y que es nuestro deber hacer algo al respeto. Es por ello que vamos acumulando en nosotros trazas de estas emociones negativas que luego llegan a ser parte de nuestra personalidad. Así, por acumular y acumular, resulta que un día nos encontramos deprimidos. Lo más común es que esta depresión que nos abruma la hayamos ido creando desde hace mucho tiempo.

 

Paciencia y Autoconocimiento

Al tener presente que la emoción natural del ser es la ausencia de depresión, es decir, la alegría y la paz, cuando se ha construido un estado depresivo es necesario manejarlo con paciencia. No es posible deshacer en un solo día el trabajo de muchos años.

El manejo de las emociones, es decir, la creación voluntaria de emociones positivas proviene del darse cuenta, de un autoconocimiento y de la voluntad profunda de cambiar. Y la voluntad profunda de cambiar, al contrario de las pastillas, no se compra en las farmacias. Tenemos que trabajar en esto constantemente, y tenemos que decirnos cada vez: voy a resolver la realidad interna.

Por lo general, las semillas que son buenas dan más frutos que las malas hierbas. Las malas hierbas se reproducen rápidamente y se propagan por todo el jardín, pero un árbol de mango va a producir muchos mangos. No importa que haya malas hierbas si hay mangos.

Es importante fijarse en la importancia de darse a sí mismo un plan de disciplina. Resulta loco, casi inverosímil, pensar en tener disciplina para crear emociones positivas. Sin embargo es así, porque por ahora nos dejamos influir mucho por las emociones que nos condicionamos a tener. Y además tenemos la costumbre de esperar que nazca lo positivo en nosotros por influencias externas: personas, lugares, eventos…

Hay que observar nuestra historia. Por ejemplo: cuando un niño nace lo primero que siente es dolor. Después de este dolor, la gente busca confortarlos, la mamá viene, le da de comer, lo acaricia y poco a poco estabilizan el estado del niño, quien finalmente experimenta una emoción positiva. Después se duerme, lo ponen en una cama y cuando se despierta más tarde a menudo tiene la misma angustia si se encuentra solo. Estas sensaciones se repiten una y otra vez a lo largo de la vida, pues los seres humanos van a pasar por llantos y alegrías todo el tiempo. Esta ha sido nuestra formación emocional. Así, si uno recuerda al primer novio o novia nos dio una gran felicidad, pero también nos dio muchísimo sufrimiento, muchísimo dolor. Esto es una ley: si uno identifica el bienestar en un objeto, caigo en adicción. Por ejemplo: las personas se sienten bien cuando son bebés y tienen a su mamá a la par y ella les da de comer, pero la mamá no puede permanecer todo el tiempo al lado de sus hijos. Entonces ¿qué sucede? El malestar, el sufrimiento más extremo viene a ser la ausencia de mamá. Por lo tanto, el bienestar se convierte simbólicamente en un objeto y el malestar llega a ser la falta del objeto. Esto mismo sucede a nivel de la amistad: cuando uno tiene amigos es muy bonito, pero la primera vez que un amigo o amiga nos defrauda es probable que nos sintamos muy mal.

Los objetos que uno asocia con bienestar, por ausencia o por falla nos causan malestar. Funcionamos como sujetos dependientes de objetos, debido a que es algo que hemos aprendido con la leche de nuestra mamá. Bienestar significa comida, significa mamá, significa abundancia. Soledad significa malestar, significa llanto, significa hambre.  Es por ello que hay mucha gente que prefiere estar con alguien a pesar que no le brinda lo que quiere, porque en su  mente tienen que soledad es igual a malestar. Esto es algo muy primario que proyectamos porque todavía no lo hemos aprendido en nuestra inteligencia emocional, no lo hemos desarrollado.

Tenemos la tendencia a oscilar entre el bienestar y el malestar. Es parte de nuestra realidad emocional, sin embargo, en la parte profunda de la realidad espiritual emocional tenemos el potencial de estar en paz. Nadie nos prohíbe estar en Paz. Nadie aquí ha recibido la maldición de tener falta de paz por siempre. Nos pertenece el derecho a tomar en nuestras manos nuestros destinos.

El bienestar está en uno, no está en un objeto externo

Estas emociones de paz o de bienestar son inclusive más elevadas, podemos subir más alto, pero uno tiene que creer que puede ir hasta la cumbre. No hay que decirse: “No, eso no es para mí, yo soy así” sino aprender a crear voluntariamente sentimientos.

También uno tiene que desconectarse de la dinámica de bienestar igual = un objeto. Esta dinámica está muy enraizada en nosotros y debe combatirse, pues el bienestar está en uno, no está en un objeto externo.

Si la paz está en nosotros. ¿Dónde está nuestra alma? ¿Dónde está nuestra capacidad de sentir bienestar? Está en cada uno de nosotros: tenemos las llaves y debemos usarlas voluntariamente. Utilizar esta llave significa crear con voluntad pensamientos, emociones. Para poder crear las emociones y los pensamientos que se quieren uno tiene que tener un poco de estima y amor para sí mismo.

Algunas preguntas que podríamos hacernos a nosotros mismos para reflexionar sobre estos aspectos son:

–          Cómo podríamos, conociéndose a nosotros mismos, motivarnos diariamente para crear espacios de emociones positivas. Encontrar formas internas de motivación.

–          Encontrar por lo menos una forma de practicar la creación de sentimientos buenos y beneficiosos. ¿Cuál sentimiento queremos crear y sentir mañana? Anotarlo para recordarlo es una buena estrategia.

–          ¿Qué es lo que tendríamos que cambiar para poder tomar ese tiempo, para poder crear este espacio?

 

Todos somos personas muy ocupadas, tenemos muchas cosas que hacer, pero si uno no toma el espacio para sí mismo ¿quién se lo va a regalar? Es primordial motivarse todos los días y revisarse; de igual modo, es importante tratar de identificar cuán grande es la parte débil en mí, pues lo cierto es que, lamentablemente, no nos cuesta nada identificarnos una y otra vez con lo negativo, que ha llegado a ser lo más natural: “Soy mejor que él, porque no fumo cigarrillos, pero soy peor que ella porque es más inteligente y querida por todos”. Buscamos a alguien que es peor que uno o a alguien que es mejor que uno para sentirnos mal… objetos y más objetos.

Es muy importante aprender a motivarse por razones propias, no para ser mejor que alguien y caminarle encima de la cabeza, sino para aprender a desarrollar la automotivación y preservarla, crear una relación consigo mismo, que sea positiva, verdadera, y de beneficio.

Métodos prácticos

Hay un hábito muy bueno que se puede crear y es el de escribir todos los días, procurando reflexionar sobre cosas que antes nunca hubieran pensado que podían encontrar, cosas que han profundizado o también patrones de personalidad que quieren dejar. Este método es extremadamente beneficioso; se puede realizar a una hora regular todos los días o llevar el cuaderno y, estando en el bus o esperando a alguien por teléfono, ahondar en las propias reflexiones. Resulta más beneficioso cuando se hace como una disciplina de forma regular.

Otra técnica es tomar tiempo para meditar, es decir, tomar tiempo para experimentar lo positivo de uno, esto es lo que da la fuerza para no identificarse con los patrones negativos.  Permite además  aumentar la calidad de vida y mejorar la calidad de las relaciones con uno mismo y con los demás.

Meditar es crear un espacio donde uno mismo se da la tarea de experimentar paz. Si se examina la creación de la propia conciencia es evidente que, por lo general, funcionamos en altos y bajos y con una autoestima bastante regular. Entonces, si se logran 5 minutos, 20 minutos, media hora o una hora diaria de calidad, de paz, de bienestar, de amor, es posible fortalecer la propia visión global y conocer la propia calidad. De ese modo evitamos identificarnos a los defectos y buscamos  el equilibrio que todos tenemos que volver a re-crear.

Ser alegre depende de uno y de nada ni nadie más, pero muy a menudo somos alegres cuando vemos a la persona que queremos. Pero, si no nos quiere nos ponemos tristes; si no nos hace un regalito nos afligimos; si no nos llama nos ponemos tristes.  Mientras más se condiciona el bienestar, peor es. Crear un bienestar que sea incondicional lleva trabajo, porque implica desaprender esos patrones y reaprender. Es por ello que, internamente, tomar el tiempo de crear algo extremadamente positivo nos da muchísima fuerza para desarrollar en la vida diaria patrones positivos.

Si uno puede convertir los patrones de adicción y logra la libertad, entonces, ya el patrón de adicción no se toma tan a pecho, y el ego no se siente tan adolorido de reconocerlo porque llega a ser algo que va a desaparecer, algo que es una característica que se tiene ahora pero que es transitoria.

Volver al balance

El balance debe contemplar el estado emocional, el estado espiritual, y el estado mental. Es difícil reconocer dónde estamos, porque no sabemos ni cómo medirnos. Nos hemos acostumbrado a medirnos a través de la comparación con los demás: soy mejor que él, o soy peor que ella. O compararnos con nosotros mismos de un día para el otro: me siento mejor, me siento peor… Pero esto no es medir, porque ni sabemos dónde podemos llegar nosotros mismos, ni tenemos idea de los picos que podríamos tener. Es necesario un auto descubrimiento, como una persona que quiere tocar piano, pero nunca practica. Sabe leer la música y sabe las notas pero si no practica y después de un mes se pone a tocar es probable que lo que toque le salga lento, con errores, sin fluidez. Pero si la misma persona trabaja todos los días con regularidad, la interpretación de la obra muy probablemente será melodiosa y bella. De la misma manera, nuestra naturaleza es extremadamente sutil. Tenemos muchísimas notas y tenemos muchísima belleza que no sabemos utilizar.

Si nos dijeran que describamos la calidad de nuestro amor, y luego, describir la tranquilidad en 50 palabras ¿qué diríamos? Muchos de nosotros no sabríamos qué responder, ya que no practicamos muy a menudo esas capacidades de nosotros mismos. Somos como el pianista. Esto requiere práctica, requiere disciplina. El autodescubrimiento trae placer y automotivación; lo que descubres también te nutre y te da una amplitud que no tenías antes. Manejar los patrones negativos, manejar las emociones difíciles llega a ser como un juego.

Si el ser logra experimentar y vivir estados más profundos, estables y verdaderos, las dificultades por las cuales atraviesa son como las olas del mar. En lo profundo del océano hay silencio, hay corrientes pero no hay olas. Es una práctica que todos tenemos que desarrollar.

 

 

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