La tristeza es una emoción bastante fuerte, de hecho, es una de las emociones negativas que puede tener aspectos muy sutiles. Por ejemplo la melancolía o “cabanga”, es una palabra tica que la define muy bien: cabanga es un tipo de melancolía bien profunda. También la tristeza puede tomar, en grandes dosis, la forma de depresión.
Es importante fijarnos que hemos estado creando, a cada instante de nuestra vida, una serie de emociones que han desplegado en nosotros todo una realidad emocional. Es decir, no es que uno se despierta un día deprimido, sino que es un desequilibrio que ha estado creándose pensamiento tras pensamiento, emoción tras emoción; y cuando uno ya ha tomado una mala postura no es fácil adoptar una nueva, como cuando por causa del dolor uno adopta una postura física inadecuada, después corregirla a pesar que no es ni buena ni natural llega a ser difícil o imposible.
De la misma manera que nuestro cuerpo al tomar malos hábitos pierde la capacidad de crear y tomar buenos hábitos, así mismo ocurre con nuestra realidad emocional, cada pensamiento, cada sentimiento ha llegado a conformar el tipo de realidad emocional que tenemos en el presente.
De modo que cuando empiezo a sentirme triste, depresivo o melancólico debo asumir la responsabilidad de que si yo he creado patrones extremadamente negativos sobre un largo período de tiempo, entonces me va a tomar tiempo desarrollar patrones positivos para aprender a funcionar de otra manera. Por ejemplo, si nunca he cuidado mi jardín, si nunca he sacado las malas hierbas, lo único que voy a recoger son chinas (flores silvestres), pero si quiero que crezca otra cosa tengo que sacarlas. Es lo mismo acerca de nuestra realidad interna: si estoy creando y creando sin fijarme de mi creación -que es lo que a menudo hacemos- lo que va creciendo no es necesariamente lo que yo quiero ver en mi jardín. Pero si yo miro al jardín del vecino que tiene rosas, claveles y gardenias me voy a deprimir, porque solo veo chinas en el mío.
¿Estaré siendo sensato con tal actitud? No. Es una realidad que tenemos que entender y asumir, la responsabilidad de ser feliz es algo extremadamente serio. Pero nosotros pensamos que la felicidad es algo que tiene que venir sola y naturalmente, pero curiosamente lo que viene solo y naturalmente son las chinas. Internamente es lo mismo, de un lado queremos rosas y claveles en nuestro jardín, entonces sentimos tristeza y eventualmente enojo porque no las tenemos, y la solución más fácil es echar la culpa a los demás, ya que se nos ha hecho una costumbre.
Siento que la emoción de la tristeza es el resultado de toda una combinación, ya que si yo me siento incapaz, sin poder, impotente frente a mi propia creación emocional, me voy a sentir triste. Si yo siento que no tengo el potencial, y que no sé cómo transformarme, sino tengo este pedacito de confianza me siento triste. En estos momentos es muy importante volver hacia adentro y descubrir que sí puedo, todos podemos sembrar rosas. Lo que hay que hacer es sacar un poco de chinas e ir conscientemente sembrando, o sea, a cada instante debemos ser creadores.
Potencialmente hasta que haya vida hay creación, a nivel del pensamiento, de la emoción y del estado de ánimo. Es importante que yo vuelva a tomar la responsabilidad de mi creación a nivel del estado de ánimo, porque si no la tomo no la tengo y si no la poseo no tengo poder de creatividad, de cambiar, de transformar.
En relación con esto, me gustaría tomar una analogía: imagine un cuadro inmenso, el cuadro de su propia realidad interna. En esta realidad hay cárceles, torturas, sufrimiento, “chinas”. También en este cuadro de mi vida, de mi potencial hay espacios de una pureza maravillosa, hay espacios extremadamente hermosos, y todos tenemos capacidad en nuestro interior.
Depende de mi ir a la parte del cuadro de mi personalidad que quiero experimentar. ¿A que parte de nuestro paisaje vamos todos los días? Nos encerramos en la cárcel de nuestro propio sufrimiento, y yo mismo me torturo. Esto para mí simboliza mucho la tristeza, el sufrimiento, la depresión.
En la forma en que lo comparo, como un tipo de emoción, es como un pozo: cada vez que me siento de esta forma yo mismo me estoy lanzando al pozo, y estando allí ya no hay sentimiento de esperanza. ¡Imagínense salir de un pozo! Allí no entra la luz, y empiezo a sentirme la víctima, pero hay miles de espacios donde podría estar.
Ahora, es importante analizar por qué vuelvo siempre a lanzarme al pozo, no hay nadie que me obligue a estar ahí, solo yo mismo. Solo que cuando uno está aferrado a la tristeza no es fácil, es un reto, pero sin embargo no es imposible salirse del pozo y una vez que uno lo hace no es tan difícil. ¿Quién me va sacar del pozo y cuánto tiempo me voy a castigar a mí misma encerrándome allí? Yo mismo soy el carcelero que me encierro.
Un ejemplo de tristeza: uno está tan seguro de la legitimidad de su sufrimiento que se queda allí en ese estado, entonces es importante fijarse de que no hay legitimidad, más bien hay razones de sufrir, y muy buenas, hasta razones kármicas. Esto lo he sembrado yo, yo me eché ahí y no es por casualidad. Solamente cuando estoy fuera del pozo, puedo analizar porque me eché ahí.
Una de las cosas que hace que sigamos atados fuertemente con el sufrimiento es la victimización. Es muy común la expresión “pobrecito yo”, aunque sea en broma, es como una música que suena adentro, andamos cantando y llorando.
Si analizamos bien, tenemos un gran amor hacia lo triste. Por ejemplo miren la gran cantidad de películas que salen sobre sufrimiento, tristeza, etc. Hay una adoración hacia el sufrimiento: yo soy importante en la medida en que sufro y puedo manipular a los demás así, y puedo hacerles sufrir también, porque como yo sufro tengo la capacidad de propagar esto, y la ventaja es que como sufro nadie me va a culpar!.
Tenemos funcionamientos de esta forma que son extremadamente negativos, y a menudo jalamos a los demás con nosotros en el pozo. El típico ejemplo de aquel que fue a confortar a su amigo o amiga y terminan los dos borrachos llorando. El sufrimiento despierta sufrimiento.
¿Cuántas veces anda la gente haciéndose el héroe? “Entre más sufro más héroe soy, más admirable”. Esto es un problema, porque si observamos, uno de los papeles más tradicionales de las madres es que entre más aguantan y se sacrifican, más grandes son, mejores madres. Y en un tipo de relación así uno se siente muy mal como hijo, esposo, hermano, y le decimos a los demás: “Pero, ¿ por qué no haces algo, por qué no le dices a tu esposo que deje de tomar?”. ¿Porque sigues con este trabajo si no te gusta?.
Hay internamente una emulación a la victimización en estos momentos, mientras más sufro más me victimizo y más derecho tengo de recoger esta flor amarga que se llama la lástima de los demás, y esto es muchas veces algo totalmente inconsciente. No queremos manipular a los demás, pero al contarles hago que me presten atención.
No se trata tampoco de decirle a alguien triste que no lo está, porque está sufriendo, él lo siente así y es difícil contradecirle porque es su realidad, y una persona triste se vuelve agresiva muy rápidamente. Pero es bueno cuestionarle si quiere seguir así.
Uno puede acceder a la playa de su propia personalidad, y es ahí donde uno de hecho está sembrando semillas que le fortalecen, porque la tristeza y el sufrimiento son una cosa seria. Hemos estado sembrando semillas de sufrimiento, estamos en un mundo que, como dicen, es un valle de lágrimas, es una realidad. Pero si queremos cambiar tenemos que sembrar semillas de felicidad y nadie lo va a sembrar por mí en mi jardín, de modo que es importante tomar la responsabilidad en mis propias manos.
Estas semillas, mientras más las voy sembrando, voy poco a poco creando en mí otro estado de ánimo, pero cada semilla tiene importancia. En el momento en que siembras un mango, si te quedas frente a la semilla esperando te aburres porque no crece nunca, pero seguro que vas a recoger frutos en algún momento. Pero no es suficiente, es importante fijarnos que una semilla me fortalece, me permite tener en algún momento la posibilidad de que crezca algo que me va a fortalecer. Sin embargo no es sembrando una semilla de rosas en un área gigante de chinas que voy a tener un jardín gigante de rosas, hay que ser sensatos.
Esta siembra positiva tiene que ser responsable, de creación consciente. Es importante observar qué es lo que estoy creando ahora y permanentemente, porque mi realidad emocional es algo extremadamente sensible.
Nuestra conciencia razona de forma muy clara con lo que estamos pasando y sintiendo a cada instante, y es importante hacernos conscientes porque sino de otra forma estaré sembrando chinas. Cuando el ser va creando una cierta conciencia de sí mismo puede ir fijándose de la importancia de su creación, puede ir entendiendo que él mismo se está creando, yo mismo me estoy situando en la parte de mi paisaje que yo quiero o puedo.
Pero tomar una responsabilidad significa también descubrir: tenemos la capacidad internamente de descubrir miles de tesoros en el paisaje de mi ser, nadie más que yo lo puedo hacer. Dios está dispuesto a apoyar pero por lo menos tengo que dar un paso. Porque además, si yo tengo la costumbre de encerrarme en un pozo, aunque esté rodeado de jardines paradisíacos, siempre me voy a encontrar en un pozo, y hasta con una rosa me voy a hacer daño.
Es importante tomar conciencia de que nosotros mismos, a través de nuestro nivel de concientización y de inconsciencia, estamos creando la atmósfera interior que hace nuestro estado, nuestra capacidad de actuar, reaccionar, cambiar, transformarnos, entender, formar, deformar. Es una capacidad que tenemos, no hay nadie que viene sin ella. Claro que hay gente más floja que otra, y hay otros que creen que no la tienen. Además estamos en un mundo en que nos han hecho muy pasivos frente a nosotros mismos.
Cuando el ser empieza a entender este proceso no es que ya no vuelve a caer en pozos, porque la costumbre es más fuerte, pero en el momento se concientiza de que está allí adentro y puede tener la opción de salir. Llega a ser algo que yo puedo reconocer, ya sé que puedo salir de allí, tengo la disposición y el desapego necesario.
El problema es que a menudo cuando estamos tristes y depresivos tenemos mucha arrogancia también, y queremos tener la razón, encontramos o tenemos buenas razones justificadas de estar triste. A esto es lo que yo llamo ego, como cuando un niño pequeño hace un capricho, sufre mucho. No es solo una manipulación, el se está encerrando en este patrón y hasta da miedo de que se ahogue en llanto cuando llora.
Cada vez que nos dejamos atrapar en el pozo somos a la vez el niño y el cerrajero. Es importante reconocer en nosotros la parte que es el niño y curarla como se debe, y de la misma forma con el cerrajero o el juez que ordeno el cerrajero, porque todas estas partes existen en mi ser. Somos nuestros propios jueces y usualmente nos castigamos muy duro, decidimos que teníamos que subir la pena capital de estar sufriendo, deprimiéndonos. Pero ¿quién decide? Hay un juez internamente que te dice: ¡sufre! Yo soy aquel que me hago esto a mí mismo, y es importante reconocer esta parte del ser, esta que yo llamo ego, el juez. Hay que curarlo, porque tiene un gran poder de prepotencia.
Hemos aprendido esto y no sirve para nada echarle la culpa a los padres, a la sociedad o el catolicismo. No sirve de nada porque no cambia nada al hacerlo, y lo importante es que yo cambie, esto es tener verdadera misericordia para sí mismo, amor propio. Esta misericordia nace de un amor puro hacia el ser, el ser es digno de amor, de respeto.
Muy a menudo nos castigamos porque estamos enojados con nosotros mismos, por eso nos dejamos sufrir. Es importante reconocer lo que he hecho: ya lo hice y punto. Esa es la capacidad que nosotros llamamos poner un punto final, lo que sea que ha pasado pasó. Por ejemplo cuando se le enseña a un niño, si se le dice que es un fracaso, que nunca lo va a lograr, etc., entonces él sigue fracasando porque los demás le están creando un trauma. Internamente sucede de la misma forma: si yo me estoy focalizando en mi misma viéndome con una visión de que yo soy débil e incapaz estoy de hecho llenando mi propia “auto-profecía”.
Tener misericordia para sí mismo significa poner un punto final y aceptar que yo no sé del todo lo que puedo llegar a ser, se necesita humildad para combatir esta prepotencia del juez.
Cada ser tiene un gran potencial de cambio, y el ser al poner un punto está fijándose de que esta realidad que se está creando es totalmente superflua. No es relevante a su ser, es relevante a una parte de su ser, pero en este paisaje gigantesco no solo hay una parte. Lo que pasa es que cuando mi realidad llega a ser aquella de la cárcel soy solo la cárcel, todo mi cuadro es una gigantesca cárcel. Y el hecho de salir, de visitar, de entenderme permite poco a poco tener más humildad hacia mi propio paisaje.
Estos patrones de sufrimiento nos atraen, tienen un poder de atracción extremadamente grande, por lo que es importante “desembrujarse”. Es una atracción mortal hacia al sufrimiento, por lo que hay que desarrollar otras atracciones.
Es triste reconocerlo, pero no somos fácilmente atraídos por lo bello, creemos que si pero la realidad es que nos cuesta. Es una creación que tiene que ser consciente. Y sí es posible, es perfectamente posible, pero tenemos que desarrollar hábitos sanos, que nos nutran: veinticuatro horas diarias de posibilidades.
Pero la atracción es hacia lo habitual, y lo habitual no es el funcionamiento positivo, y es cada vez que usted recuerde: podría sembrar una semilla bonita, podría visitar una parte de mi paisaje que es bonita, positiva o pura.
El problema es que no conocemos nuestro jardín, por lo que no podemos tomar nuestras frutas y entonces comenzamos a coger las de los demás, a querer los tesoros de los demás, y en vez de tener relaciones de amor real son relaciones de amor interesado, lo que se llama en el lenguaje espiritual el apego: “solo esta fruta que está ahí me puede dar lo que quiero”, o sea, solo esta persona me puede dar lo que quiero.
Es importante reconocer internamente los procesos que estoy teniendo, las fuerzas y herramientas que tengo para cambiar. Pero no es algo que deba hacer aparte de todo lo demás, es una forma de ser, una actitud que se puede ir desarrollando mientras cumplo con mis responsabilidades descubro la libertad que tengo en el desarrollo de mi propio papel.
Estamos acostumbrados a crear un estrés interno, emocional. Por ejemplo pensamientos tales como: “yo no puedo, no tengo paz, no tengo capacidad ni entendimiento”. De esta forma no dejamos campo para nada más, pero hay que concientizarse que solo yo soy la responsable de estar en esta situación emocional o mental.
Es importante también ver que el efecto de la emoción es a largo plazo, no puedo dejarme sentir una emoción, dejarme atraer por mis pozos y salir sin ser afectada por esto, y eso es importante reconocerlo porque nos permite tener más fuerza para tomar la responsabilidad. Solo va a tener efecto si yo me dejo llevar por aquella emoción.
Manejar la tristeza es reconocer que tengo esa atracción fatal por los pozos, pero que no tengo por qué ir allí.
Hay que observar, crear y seguir cambiando nuestra forma de ser, tener cada vez más costumbre de poder crear una realidad emocional, de poder salirse de los pozos. Hay una gran fuerza cuando uno va desarrollando más y más patrones positivos, uno aprende a no dejar que esta atracción sea tan fuerte en mi vida, empiezo a creer que hay opciones. Este es realmente el resultado del aprendizaje de la meditación, hay un cambio muy natural en la calidad de vida.
Entre más progreso más sensible soy, más me fijo del daño que me hace lo negativo, porque uno se “desacostumbra” del veneno. Cuando progreso en mi estado de ánimo y soy más feliz lo encuentro normal y natural, ni me fijo que soy más feliz. Pero es cuando surge el ataque de melancolía de antes que tomo conciencia de la diferencia porque siento que dura menos y menos me pesa, y es así que uno se va recuperando.
Uno siempre ve lo que lo que quiere lograr, tiene su meta enfrente y sigue caminando. Es parte del proceso de la vida, vives a cada instante y te acompañas a ti mismo, así que no sientes cuánto estás progresando.
El estado natural del ser no es el sufrimiento. Mientras más vas progresando, más liviano y poderoso llega a ser tu estado interno y vas entendiendo cada vez más tu propio funcionamiento y más lo puedes cambiar.
Uno puede alcanzar cosas extremadamente poderosas, pero lo encuentra normal en el momento, porque es normal sentirse bien, es normal sentirse feliz. Lo que no es normal es sufrir y sentirse triste. Si creo emociones positivas estoy creando calidad en mi vida, cosecho esto y me parece normal, crezco conmigo misma.
Cuando uno entra en estos momentos de sufrimiento, de depresión, el primer paso que se debería dar es reconocer que yo estoy poniéndome así, y que en realidad no soy así; posteriormente debo fijarme que no quiero quedarme así y que puedo salir de ello, esto es extremadamente importante.
A veces, cuando uno está muy enfermo tiene que buscar la ayuda de un doctor, no hay que tratar de aparentar ser más fuerte de lo que uno es, los doctores están para esto. Pero en ocasiones, también lo que uno necesita es el tipo de doctor sensato que te diga: ya no te quedes en el pozo, hay esta salida, este método y este remedio.
En esto uno es el que tiene que valorar cuál es el grado de mi fuerza y procurar tener a mi alrededor rosas en vez de chinas, porque si uno anda en compañía que está en el mismo estado uno se contamina. Somos sensibles, y la compañía que tenemos nos afecta, esto hay que valorarlo.
No hay que dejarse envolver por la negatividad: los sufrimientos, las tristezas, los chismes, incluso las películas tristes, porque esto es lo que despierta nuestro sufrimiento y nuestra habilidad por sufrir, nuestras “lloronas”, es importante que nos auto-protejamos. Por ejemplo si tienes un hijo drogadicto no dejas una droga a la vista, de esta manera tenemos que ver que esta persona con adicción al sufrimiento debe cuidarse también, debe reconocer esta fascinación y no dejarse atrapar.
Me ha caido al pelo, llevo como 15 dias en esta lucha de ni acercarme al pozo, me ha sido sumamente dificil, estoy haciendo todo mi esfuerzo, por no caer en la tristesa, de hecho, esta vez no he derramado ni una lagrima, aunque hoy en la mañana, casi lo hago. Pero me di cuenta, que puedo librarme de esta tristesa, la veo , la siento, pero no quiero que me envuelva. Me he dedicado a disfrutar cada momento, cada caminada, cada andada en bicicleta, cada lectura, cada serie que estoy viendo en Netflix, cada musica que escucho. Por esta primerisima vez, estoy consciente que mi tristesa me la genero otra persona, venia muy feliz y de un momento a otro, fla y fla. Pero no , no estoy dispuesto a caer en el pozo. He cambiado mucho en mi vida, he mejorado mucho mi forma de ser, me quiero muchisimo, y por esto mismo, no voy a ver solo chinas en mi jardin, estoy dispuesto a seguir sembrando los arboles que siempre he sembrado para que en mi futuro pueda recoger los frutos. Tambien lucho todos los dias, a cada instante, para que la tristesa no me atrape. Muchas gracias por este comunicado, precioso.
Uriel, todos pasamos por periodos más oscuros en la vida, la meditación ayuda mucho a volver a conectarse con esa luz de paz y de alegría que hay dentro de nosotros mismos… Así logramos que los episodios de tristeza sean más cortos y menos intensos…¡Que sigas practicando y tu corazón se siga llenando del amor más puro e incondicional de la Fuente Suprema…!
Mucha envidia me ha rodeado en este ultimobmes estoy harta muchos problemas de una sola vez estaba tranquila y ni un mes me duro la tranquilidad
Estar feliz es tu derecho. El alma necesita esa tranquilidad para vivir bien. Así, trata poco a poco, de llevar tu mente a un estado de aprecio y gratitud hacia lo que sí está bien. De seguro has tenido logros, todos los días hay oportunidades, y tu ser está lleno de cualidades. Los problemas no durarán para siempre. Te mandamos nuestros pensamientos de paz.